Historia Archivos - El Hilo de Oro https://hilodeoro.net/category/historia/ Arte y Cultura General Mon, 03 Jan 2022 22:33:42 +0000 es-MX hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.3 https://hilodeoro.net/wp-content/uploads/2022/01/cropped-Laberinto-Negro-32x32.png Historia Archivos - El Hilo de Oro https://hilodeoro.net/category/historia/ 32 32 La Biblioteca de Alejandría https://hilodeoro.net/la-biblioteca-de-alejandria-2/ Mon, 03 Jan 2022 22:32:48 +0000 https://hilodeoro.net/?p=2224 Parte II: ¿Es posible perder todo el conocimiento atesorado? Indudablemente en Alejandría la ciencia alcanzó su mayoría de edad; para darse una idea de todo lo que ahí sucedía, baste nombrar algunos de los eruditos que trabajaron en su centro de investigación: Zenodoto de Éfeso: gespecialista en gramática griega, estudioso de Homero y gran crítico […]

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Parte II:

¿Es posible perder todo el conocimiento atesorado?

Indudablemente en Alejandría la ciencia alcanzó su mayoría de edad; para darse una idea de todo lo que ahí sucedía, baste nombrar algunos de los eruditos que trabajaron en su centro de investigación:

Zenodoto de Éfeso: gespecialista en gramática griega, estudioso de Homero y gran crítico literario; fue el primer bibliotecario de la gran biblioteca.

Calímaco de Cirene: poeta y erudito, considerado el padre de la bibliotecología.

Apolonio de Rodas: poeta autor de “Las Argonáuticas”, estudió en Alejandría como discípulo del también poeta Calímaco

Aristófanes de Bizancio: otro un erudito griego, especialista en literatura griega; fue uno de los bibliotecarios en Alejandría dónde estudió y trabajó.

Dionisio de Tracia: discípulo de Aristarco; a él se atribuye la redacción del “Arte gramática” considerada la primera gramática griega.

Eratóstenes de Cirene: inventor del astrolabio esférico; demostró la redondez de la tierra, a partir de la medición de las sombras de obeliscos en Alejandría y Asuán simultáneamente; calculó su dimensión y demostró su inclinación, calculó la distancia de la tierra al sol y midió sus elípticas; elaboró un mapamundi científicamente trazado.

Aristarco de Samos: proclamó la revolución heliocéntrica, decía que la tierra gira alrededor del sol y sobre su propio eje, aunque una falacia de autoridad –su trabajo osaba contradecir al de Aristóteles-no otorgó crédito a sus teorías sino hasta 1700 años después.

Euclides de Megara: codificó dos siglos de matemáticas en una sola estructura sistemática; escribió “Los elementos”, que fueron la base de la geometría hasta el siglo 19.

Apolonio de Perga: estudió las secciones cónicas: círculo, elipse, parábola e hipérbole; también las trayectorias de los cuerpos al caer en un campo gravitacional.

Arquímedes de Siracusa: gran matemático, estudió con los sucesores de Euclides en Alejandría, conoció a todos los matemáticos que ahí trabajaban, y con ellos enviaba sus resultados a la biblioteca; en Física estudio pesos y medidas

Hiparco de Nicea: en Astronomía se le debe el primer catálogo de estrellas con sus coordenadas, magnitudes y brillo; explicó cómo se forman, se desplazan y finalmente desaparecen, determinando todos sus cambios.

Claudio Ptolomeo: estudió y trabajo en la biblioteca produciendo libros de Geografía, Astronomía y Astrología, defendiendo el geocentrismo, que se conoce como sistema ptolemaico que perduró hasta el siglo 16; en Alejandría propuso su teoría de los epiciclos.

Galeno de Pérgamo: creador de textos básicos sobre curación y medicina, con sus descubrimientos en Anatomía, Fisiología, Patología, Farmacología y Neurología; también estudioso de la Filosofía y la Lógica.

Herón de Alejandría: inventor de la primera máquina de vapor, así como un tren de engranes; escribió tratados de mecánica e hidráulica; ideó los primeros autómatas autorregulados, su obra “Pneumática”, podría ser considerada el primer libro sobre robótica.

Plotino: discípulo del filósofo alejandrino Amonio Saccas, fundador del neoplatonismo egipcio, natural de Alejandría, también inició su carrera en el Museión.

Teón de Alejandría: gracias a este matemático del siglo IV, es que hoy conocemos Los Elementos de Euclides debido a su reseña y crítica textual de dicha obra.

Hipatia de Alejandría: cabeza reconocida de la Escuela Neoplatónica de Alejandría, primera mujer destacada en el campo de la Filosofía, Astronomía y las Matemáticas.

La biblioteca contenía obras de los más grandes escritores griegos como Arquímedes de Siracusa, en el ámbito científico; las obras de Sófocles, Esquilo, Eurípides y Aristófanes en Literatura; las de los filósofos griegos, etc.

Este Oasis del conocimiento, sede del saber helenístico, neoplatónico, pitagórico y semítico, que constituía el matrimonio cultural, propiciado por Alejandro Magno, entre oriente y occidente, según palabras del célebre mitólogo Joseph Campbell, comenzó a desaparecer siglos antes de su fin, constituyendo el gran cataclismo que sufrió la cultura europea y que no fue reparado sino hasta el renacimiento, gracias a la inspiración de Cósimo de Medicci.

Entre el 48 y el 47 a.c., sufre un incendio provocado por la quema de las naves que Julio César inició al verse rodeado por la flota egipcia en el puerto de Alejandría, mientras tomaba partido por la reina Cleopatra VII contra su esposo y hermano, el aún niño Ptolomeo XIII, provocando una guerra civil.

Aunque Plutarco dice que este fue el fin de la biblioteca, varias fuentes confirman que siguió funcionando, al menos por varios siglos más; parece ser que lo que se quemó fue un almacén cercano al puerto que contenía granos y remesas de libros para el comercio. Marco Antonio en el 33 a.c. obsequió a Cleopatra doscientos mil volúmenes robados de la Biblioteca de Pérgamo, para resarcirla del daño provocado por Julio César.

Es interesante hacer un paréntesis aquí, para comentar que Egipto empezó a negar el papiro a la biblioteca de Pérgamo, que era la única de la antigüedad que podría haber sido competencia para la de Alejandría, con 300 000 rollos, razón por la cual, en Pérgamo se comenzaron a usar pieles de animales para sustituir el papiro egipcio, por lo que ahora conocemos como pergamino.

En el 215 el emperador romano Caracalla suprimió la financiación al Museo y a los miembros de su comunidad, con lo que la biblioteca continuó deteriorándose.

Siendo Alejandría una provincia romana desde la muerte de Cleopatra en el 30 a.c., fue conquistada por la reina Zenobia de Palmira, quien consiguió tomar Egipto con sus tropas en el año 269, reclamando la corona del imperio para su hijo, fue derrotada y llevada como rehén a Roma en el 272. En el 297 Dioclesiano recuperó de los usurpadores el trono de Egipto, no sin antes saquear e incendiar la ciudad de Alejandría. Es muy probable que estos dos eventos hayan podido dañar la biblioteca.

En el 391, la biblioteca sufre otro episodio de destrucción provocado por las luchas religiosas; los cristianos, bajo las órdenes de Teófilo, vandalizaron el Serapeum; una turba de cristianos lo arrasó, quemando los libros que había en la biblioteca “hija”; recuérdese que se trataba de 40 000 copias de los libros del acervo de la biblioteca “madre” y no de los originales que se encontraban dentro del museo.

En el siglo V, la biblioteca seguía funcionando, aunque los romanos no tenían ese amor al conocimiento por el conocimiento mismo de los griegos ni al museión como centro cultural, en esta etapa de Alejandría como provincia romana, los eruditos que trabajaron y estudiaron en su Biblioteca no eran tan conocidos como los que allí lo hicieron durante el periodo ptolemaico por lo que ya la biblioteca sufría de un gran descuido y de las inclemencias del clima egipcio; inclusive por la humedad del puerto, ya se estaba reemplazando el papiro por pergamino.

En el año 640 el ejército musulmán de Amr ibn al-As conquista Alejandría y con base en un falso dilema –La biblioteca, si está de acuerdo con el Corán es innecesaria y si no lo está es hereje –la biblioteca de Alejandría fue incendiada por órdenes del califa Omar; sus libros se emplearon para calentar los baños públicos de la ciudad, se dice que fueron necesarios 6 meses para destruirlos todos.

A la pregunta inicial ¿es posible atesorar todo el conocimiento del mundo?, he de responder que, en Alejandría, en el período Helenístico, es lo más cerca que se ha estado de conseguirlo. Con respecto a la pregunta de esta segunda parte ¿es posible perder todo el conocimiento atesorado? la respuesta nos obliga a reconocer que este tesoro se perdió casi en su totalidad.

Sin embargo, los cristianos recuperaron obras de Platón; los musulmanes, aunque muchas menos, de Aristóteles, y en los monasterios, durante la baja edad media, se recuperaron algunas copias árabes, entre otras. Pese a ello, las pérdidas se calculan en millares de tesoros culturales y sólo se conservó una mínima parte de lo que la Biblioteca de Alejandría atesoró en su época de gloria.

Jorge Luis Borges, gran poeta argentino, se inspiró en la Biblioteca de Alejandría para su texto “Biblioteca Infinita”, espero que todos nosotros nos inspiremos en ella para procurar conservar para las generaciones futuras, los libros que hemos atesorado a lo largo de nuestras vidas.

Enero 2021

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La Biblioteca de Alejandría https://hilodeoro.net/la-biblioteca-de-alejandria/ Mon, 20 Dec 2021 22:58:36 +0000 http://hilodeoro.net/?p=2172 Parte I: ¿Es posible atesorar todo el conocimiento del mundo? La Biblioteca de Alejandría, no sólo fue la más extraordinaria de la antigüedad, era también un centro del saber que combinaba los conocimientos grecolatinos con los orientales, es decir, los de todo el mundo conocido, y, desde luego, era el centro mundial de la cultura. […]

El cargo La Biblioteca de Alejandría apareció primero en El Hilo de Oro.

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Parte I: ¿Es posible atesorar todo el conocimiento del mundo?

La Biblioteca de Alejandría, no sólo fue la más extraordinaria de la antigüedad, era también un centro del saber que combinaba los conocimientos grecolatinos con los orientales, es decir, los de todo el mundo conocido, y, desde luego, era el centro mundial de la cultura.

Se encontraba en el complejo del palacio real, dentro del Museión (Μουσείον), el cual podemos considerar fundamento griego de las universidades, junto con la Academia (Ακαδημία) de Platón y el Liceo (Λύκειον) de Aristóteles.

Alejando Magno hijo de Filipo de Macedonia y su esposa Olimpia, fue educado por Aristóteles -el más grande filósofo de la antigüedad- durante 5 años en su adolescencia; es muy probable que tal maestro, haya infundido en él un profundo amor por el conocimiento, aunque también es seguro que su mayor interés estaba en las conquistas militares.

Subió al trono de Macedonia a la edad de 20 años como Alejandro III y en el 334 a.c. salió a conquistar el mundo; sus ansias de totalidad lo llevaron, en tan sólo una década a construir un imperio que abarcaba desde Finisterre hasta el valle del Indo.

En el 332a.c. entra en Egipto, que en ese entonces estaba reducido a provincia persa y es recibido como libertador, inmediatamente es declarado hijo de Amón, al cual los griegos identificarán con Zeus (Zeus Ammón), y es nombrado Faraón; en el 331a.c. funda la ciudad de Alejandría, que abandona 6 meses después para continuar con sus campañas, no sin antes expresar sus deseos de construir en ella el museo y la biblioteca.

Se dice que sus generales, poco antes de morir, le preguntaron ¿quién reinará cuando mueras? y él supuestamente respondió “el más fuerte”. A su muerte, los diádocos –o sucesores, que eran no menos de 34 de sus generales con poder en una u otra parte de sus dominios– se disputaron el imperio Alejandrino; entre ellos los más importantes según Isaac Asimov, fueron Ptolomeo, Seleúco y Antígono, este último, apoyado con gran valor por su hijo Demetrio.

Ptolomeo I, uno de los generales de mayor confianza de Alejandro y amigo suyo desde la infancia, viendo que no sería posible que uno sólo de ellos se quedara con todo el imperio, decidió conservar Egipto, constituyéndose en el fundador de la dinastía ptolemaica que perduró por 3 siglos –más que ninguna otra dinastía egipcia–; gobernó Egipto como Faraón desde el 305 a.c. hasta su muerte natural a los 84 años en el 283 a.c., trasladó la capital a la ciudad de Alejandría y la convirtió en uno de los reinos helenísticos más exitoso, ya que fue él quien inició la construcción del complejo palaciego, el museo y la gran biblioteca.

Este gobernante era conocido como Ptolomeo Sóter (el salvador), en agradecimiento por parte de los rodios por su victoria sobre Demetrio, hijo de Antígono, otro de los diádocos –la diosa de la victoria alada esculpida en la isla de Samotracia conmemora la victoria de Demetrio sobre Ptolomeo durante la disputa de los diádocos, de la misma manera que el Coloso de Rodas (una de las 7 maravillas del mundo antiguo) es un memorial de la victoria de los rodios sobre Demetrio y fue construido con los materiales abandonados tras el sitio–.

Ptolomeo I siguió las instrucciones de Alejandro, ya que, como él, estaba convencido de que el conocimiento y su acumulación, le serían de gran ayuda para saber cómo gobernar países de tan distintas costumbres a las suyas, siendo un griego nacido en Macedonia y, también, tenía la certeza de que la cultura facilitaría la imposición de su influencia política en todo el mundo helénico.

El soberano egipcio, heredó la biblioteca de Aristóteles y, en su afán de ampliarla, envió cartas a todos los gobernantes del mundo conocido para que le fueran mandados todos los libros posibles, sobre temas tan diversos como poesía, prosa, retórica, sofística, teatro, medicina, adivinación, historia, etc. también se enviaron emisarios a los mercados de libros de Rodas y Atenas; creció la biblioteca de tal manera, que no sólo fue la más importante de la antigüedad, sino que no tuvo igual en 17 siglos, hasta la invención de la imprenta.

No se sabe con exactitud en dónde se hallaba la biblioteca, puesto que no se ha encontrado resto alguno de ella, pero si por diversos autores e historiadores, sabemos que se ubicaba dentro del complejo del palacio real y que formaba parte del museo –llamado así en honor a las musas, diosas griegas de la inspiración– como anexo, siendo éste el centro de investigación más grande de la antigüedad, al grado de que Atenas fue sustituida por Alejandría en todo cuanto al saber se refiere, con la única excepción de la Filosofía; tampoco sabemos cuál era su aspecto, pero, dado que la biblioteca de Alejandría sirvió de modelo a otras bibliotecas de la antigüedad, suponemos que la de Pérgamo, de la cual si hay restos excavados, nos permitirá imaginar su distribución, con grandes estancias alrededor de lujosos patios abiertos y porticados y adornada con esculturas de divinidades griegas y probablemente también de Alejandro como faraón y del propio Ptolomeo.

Ptolomeo II Filadelfo (el que ama a su hermana), cuyo sobrenombre se debe al hecho de estar casado con su hermana Arcione, era un hábil diplomático y un gran amante de la cultura y las artes, que ansiaba impulsarlas, por lo cual reclutó sabios, copistas y traductores de todos los sitios para trabajar en la biblioteca con grandes estímulos.

Dado que Alejandría era el puerto más importante del Mediterráneo, y, por ello el más frecuentado, ordenó que todo barco que llegara debía ser revisado, no tanto en busca de contrabando, como en busca de libros. Los libros retenidos eran copiados por los escribas de la biblioteca, quienes vivían, comían y se alojaban a costa del erario, además de percibir un sueldo y disfrutar de exención de impuestos. Al dueño se le devolvía la copia y la biblioteca se quedaba con el original. A esto se conoció como el fondo de las naves.

De cada pueblo, fueron también reclutados sabios que, además de su propia lengua, dominaran el griego a la perfección, de tal manera que, a cada libro del fondo de la biblioteca, se añadían sus traducciones al griego. Es impresionante pensar que cualquier estudioso de la época helenística, tuviera acceso a tanta sabiduría –entre 500 y 700 mil rollos- en su propio idioma. Se sabe que había un catálogo de los autores más destacados, de aproximadamente 120 rollos, si esto se multiplica por los varios libros de cada uno de estos autores, podemos adivinar la grandeza de su acervo.

El soberano, trajo a 6 judíos eruditos por cada tribu de Israel –72 en total– para que tradujeran el antiguo testamento al griego, lo que se conoce como Septuaginta (la biblia de los 70).

Era tal el crecimiento de la biblioteca, que Ptolomeo III Evergetes (el benefactor), ordenó la creación de una biblioteca pública, denominada “biblioteca hija”, que se encontraba fuera del complejo palaciego, en el templo de Serapis –deidad que fusionaba a los antiguos dioses egipcios Apis y Osiris– conteniendo por lo menos 40 mil rollos, todos ellos copias de los originales albergados en la gran biblioteca o “biblioteca madre”. Esta nueva institución estaba abierta al pueblo y a los visitantes.

El museión albergaba por lo menos 14 000 estudiantes, constituyéndose así en una gran universidad, aún para los estándares actuales. La ciencia Alejandrina era, desde luego, de inspiración griega, aunque muchas de las cuestiones prácticas son contribución egipcia, especialmente en química y medicina, derivadas de la experimentación ancestral en el arte del embalsamamiento; siendo Tot la divinidad de la sabiduría, los griegos la asociaron con Hermes el mensajero de los dioses, surgiendo así Hermes Trismegisto (el tres veces grande), considerado el padre de la alquimia occidental.

Esta institución fue, en fin, el más bello y famoso centro del saber antiguo durante 7 siglos; en ella, no sólo se reunían antiguos conocimientos, sino también se procuraban los nuevos como centro de aprendizaje y estudios e investigaciones, con personajes provenientes desde Atenas, Macedonia, Éfeso, Babilonia, Persépolis, etc.

En una segunda entrada sobre este interesante tema, se hará referencia a los genios de la antigüedad que trabajaron en la biblioteca y en el museión; también abordaremos la destrucción de la biblioteca.

Diciembre 2020

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